enero 22, 2025

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Turismofobia. ¿De qué se trata esto?

El Covid 19 fue un antes y un despues del turismo, y es por eso que se pensó que quizás la gente ya no volvería a viajar con la misma magnitud, pero nada más alejado de la realidad, ya que hoy en día las calles de las ciudades más populares del mundo están otra vez llenas de turistas buscando atractivos, restaurantes y tiendas famosas.

Esto ha sido beneficioso por un lado porque ayudó indudablemente a reactivar la economía de estas ciudades, pero por otro lado en muchos destinos la cosa se ha tornado tan masiva que se ha roto cierto equilibrio porque visitantes y población local comparten recursos limitados en el mismo espacio público y ni hablar del alza de precios de alquileres, restaurantes, servicios y más que han terminado afectando al poblador local de estas turísticas ciudades.

Y pues este fenómeno ha desencadenado un término que quizás nunca habríamos imaginado oír en estos tiempos, la turismofobia. ¿De qué se trata esto?

Intentaremos explicarlo en la siguiente nota.

A medida que se acerca la temporada alta vacacional en el hemisferio norte, también lo hace una creciente ola de sentimiento antiturismo entre los habitantes de los destinos más populares en verano. Incluso se han dado manifestaciones en Barcelona, Atenas, Málaga, las islas canarias y otras ciudades europeas de gran actividad turística. Y es que los residentes están haciendo notar su incomodidad ya que quisieran otro tipo de turista.

Por ejemplo, los que gastan dinero en las tiendas impulsando la economía local y se comportan con respeto están entre la lista de los aprobados. Ellos buscan un turista que respete la cultura y la naturaleza de la gente local, no uno que beba y haga escándalo además de dejar sus desperdicios por las calles. Y es que esto no es nuevo, ya que siempre han existido turistas irresponsables y que molesten a las personas locales, principalmente por el choque de culturas.
Pero lo nuevo aquí es el número. No se trata de que los turistas estén comportando peor, sino que hay más de ellos. En ese sentido, las autoridades de muchas de las principales ciudades del mundo elegidas por los turistas han empezado a tomar medidas para ahuyentarlos, o dicho de una forma más amable, controlar el número de estos en sus calles.

El año pasado, por ejemplo, las autoridades de Barcelona tomaron la inusual medida de eliminar una ruta de autobús de Google Maps para evitar que los turistas se subieran a bordo, desplazando a podazos a los lugareños ancianos. Por su parte, en las también españolas Islas Baleares, donde se encuentran Ibiza o Mallorca, famosas por su vida nocturna, han entrado en vigor restricciones al alcohol en un intento por recuperar el control sobre sus desordenadas calles.

Mientras que la muy visitada Venecia ha comenzado a cobrar una tarifa turística para tratar de frenar el flujo interminable de visitantes, concretamente cinco euros solo por entrar a la ciudad a pasar el día y poder disfrutar de sus principales atracciones como cruzar por el puente de Rialdo y visitar la Basílica del Canmar.

De esta manera, Venecia se ha convertido en la primera ciudad del mundo en cobrar solo por el derecho de pisar su territorio, una medida entendible tomando en cuenta que ya atraviesa otros problemas, quizás mayores, como su nivel de contaminación, el aumento de precios de todo tipo de servicios, desde los básicos hasta los alquileres y ventas de las viviendas, hasta el inminente hundimiento que se les viene en quizás no mucho sal.

Pero este fenómeno del antiturismo no solo se está dando en Europa, ya que en la isla indonesia de Bali, otro de los destinos turísticos de moda, también se está estudiando la posibilidad de tomar medidas para hacer frente al comportamiento indisciplinado de los visitantes. La belleza natural de la llamada tierra de los dioses también se ha ganado la fama de libertina, y es por ese tipo de excesos que el gobierno indonesio está debatiendo la introducción de una tasa turística para pasar de la cantidad a la calidad de los visitantes, tal y como ha empezado a hacerlo Venecia, con la diferencia de que el turismo contribuía en un 60% a la economía de Bali antes de la pandemia.

Imagínense entonces lo molestos que deben estar con los turistas como para poner en riesgo su economía al pensar en cobrar una tarifa por visitante, siendo el turismo una actividad económica tan importante para ellos.

Y cerramos nada menos que con nuestra hermosa ciudadela de Machu Picchu, un destino tan impresionante que sin duda se ha convertido en un lugar que muchos viajeros quieren conocer antes de morir. Sin duda, el turismo es un importante pilar para la economía de nuestro país, pero el hecho de que el número de visitantes de Machu Picchu haya aumentado en un 700% entre 1980 y la actualidad, provocó daños medioambientales y culturales incalculables en nuestra maravilla del mundo. Y es por eso que ahora los visitantes sólo pueden entrar en una de las dos franjas horarias asignadas, y el tiempo de permanencia en la ciudadela está limitado sólo a cuatro horas, o bueno, seis si es que se sube a pie, aunque no es raro que muchos se queden más de la cuenta. Bueno, hay mucho más por analizar con un tema tan complejo como esto, pero lo cierto es que si no gestionamos correctamente el impacto del turismo, podríamos acabar en poco tiempo con el destino en cuestión, así que en casos como estos, más allá de las regulaciones, toca apelar a nuestros valores como ciudadanos del mundo, a nuestro sentido común y a nuestra empatía, porque dependerá de nosotros erradicar la turismofobia, recordando siempre que el mundo es de todos, pero si no lo usamos nosotros, pues entonces, ¿qué más lo harán?

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